Investigadores descubren rocas formadas por plástico en la Isla de Trinidad
Traducido por Gabriel Camargo Onesko y publicado en septiembre de 2024 | Texto original en portugués

El aumento de la producción y el consumo de nuevos materiales, procedentes del desarrollo tecnológico, han incrementado la capacidad de los seres humanos para influir en el ciclo geológico de la Tierra, haciéndonos capaces de cambiar irreversiblemente estos procesos. La contaminación, presente sobre todo en el medio marino y causada en gran parte por los materiales plásticos, puede alterar incluso la fauna y la flora del medio terrestre.

Es lo que sugiere un artículo publicado por científicos de la Universidad Federal de Paraná (UFPR) y otras instituciones brasileñas en la revista Marine Pollution Bulletin, de la plataforma ScienceDirect (Elsevier). Los autores encontraron nuevos datos que comprueban que el hombre está actuando como agente geológico y provocando la generación de nuevas rocas, a partir de la contaminación marina.

Antropoceno

El impacto humano en el planeta Tierra es el campo de estudio de los investigadores del Antropoceno, una perspectiva que representa el momento en que la humanidad se está convirtiendo en el agente geológico activo de los procesos geológicos actuales. El tiempo geológico sustenta importantes teorías fundamentales de la ciencia moderna, como la Teoría de la Evolución, y representa el reconocimiento de una escala cronológica que subdivide los 4.500 millones de años de historia de la Tierra y es crucial para comprender la evolución del planeta, desde sus inicios hasta cómo lo conocemos hoy.

El estudio señala la aparición de rocas idénticas a las naturales pero compuestas de plástico en el “Parcel das Tartarugas», una región de la Isla de Trinidad – isla volcánica ubicada a 1.140 kilómetros de Vitória (Espírito Santo, Brasil) y administrada por la Marina brasileña. El lugar es una importante reserva marina del Atlántico Sur y una Unidad de Monumento Natural Brasileño. Las rocas de plástico se identificaron cerca de la mayor zona de desove de la tortuga verde (Chelonia mydas) y de arrecifes de caracoles marinos de Brasil.

Perteneciente a la llamada Amazonia Azul – una zona con abundantes riquezas naturales y minerales que solo Brasil puede explotar económicamente–, la isla es el hábitat natural de aves marinas y alberga un ecosistema frágil y único que incluye especies endémicas de peces y distintos grupos de arrecifes.

El descubrimiento de Fernanda Avelar Santos, estudiante de doctorado en el Programa de Posgrado en Geología de la UFPR, se hizo durante las actividades de cartografía geológica en la isla.

«Identificamos cuatro tipos de formas de residuos plásticos, distintos en composición y aspecto. Los depósitos de plástico en la plataforma costera cubrían rocas volcánicas; sedimentos de la playa actual compuestos por gravas y arenas; y rocas de playa con una superficie irregular debido a la erosión hidrodinámica», describe la investigadora.

GALERÍA | Vea imágenes de la Isla en el Atlántico Sur

Rocas de plástico fueron encontradas en el “Parcel de las Tartarugas”, situado en la Isla de Trinidad. Foto: Fernanda Avelar Santos
Piroplásticos encontrados en la isla, procesos naturales como la erosión actúan sobre las rocas de plástico y crean este tipo de fragmentos. Foto: Fernanda Avelar Santos
Roca de plástico encontrada en el estudio, formada por la fusión y posterior solidificación del plástico liberado al medio ambiente. Foto Fernanda Avelar Santos
Embarcación de Patrulla Oceánica Apa (P121), la Marina brasileña mantiene una constante presencia en la Isla de Trinidad desde los años 50. Foto: Marina de Brasil
Establecido en 1957, el Puesto Oceanográfico de la Isla de Trinidad fue creado para asegurar su posesión como territorio brasileño, sirviendo como base científica. Foto: Marina de Brasil.
La base tiene una población rotativa de 30 a 40 personas entre personal militar e investigadores. Foto: Marina de Brasil.
En 1890 Inglaterra ocupó la isla intentando convertirla en una estación comercial en el Atlántico Sur, pero un acuerdo diplomático resolvió la cuestión en 1896. Foto: Marina de Brasil
Vista de la base científica mantenida por la Marina en la Isla de Trinidad. Foto: Marina de Brasil
Habiendo sido ocupada varias veces desde su descubrimiento en 1501, la isla ha sufrido una deforestación de la que aún no se ha recuperado. Foto: Vitor Bernabe Barbosa/Marinade Brasil
La isla alberga 6 especies de aves marinas, como el charrán sombrío (Onychoprion fuscatus), que busca la isla para reproducirse. Foto: Vitor Bernabe Barbosa/Marina de Brasil
Playas como esta son conocidas como lugar de desove de tortugas verdes. Foto: Vitor Bernabe Barbosa/Marina de Brasil
Los expertos creen que el cangrejo de tierra (Gecarcinus lagostoma) fue introducido en la isla y se convirtió en una especie invasora. Foto: Vitor Bernabe Barbosa/Marina de Brasil
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Rocas de plástico fueron encontradas en el “Parcel de las Tartarugas”, situado en la Isla de Trinidad. Foto: Fernanda Avelar Santos
Piroplásticos encontrados en la isla, procesos naturales como la erosión actúan sobre las rocas de plástico y crean este tipo de fragmentos. Foto: Fernanda Avelar Santos
Roca de plástico encontrada en el estudio, formada por la fusión y posterior solidificación del plástico liberado al medio ambiente. Foto Fernanda Avelar Santos
Embarcación de Patrulla Oceánica Apa (P121), la Marina brasileña mantiene una constante presencia en la Isla de Trinidad desde los años 50. Foto: Marina de Brasil
Establecido en 1957, el Puesto Oceanográfico de la Isla de Trinidad fue creado para asegurar su posesión como territorio brasileño, sirviendo como base científica. Foto: Marina de Brasil.
La base tiene una población rotativa de 30 a 40 personas entre personal militar e investigadores. Foto: Marina de Brasil.
En 1890 Inglaterra ocupó la isla intentando convertirla en una estación comercial en el Atlántico Sur, pero un acuerdo diplomático resolvió la cuestión en 1896. Foto: Marina de Brasil
Vista de la base científica mantenida por la Marina en la Isla de Trinidad. Foto: Marina de Brasil
Habiendo sido ocupada varias veces desde su descubrimiento en 1501, la isla ha sufrido una deforestación de la que aún no se ha recuperado. Foto: Vitor Bernabe Barbosa/Marinade Brasil
La isla alberga 6 especies de aves marinas, como el charrán sombrío (Onychoprion fuscatus), que busca la isla para reproducirse. Foto: Vitor Bernabe Barbosa/Marina de Brasil
Playas como esta son conocidas como lugar de desove de tortugas verdes. Foto: Vitor Bernabe Barbosa/Marina de Brasil
Los expertos creen que el cangrejo de tierra (Gecarcinus lagostoma) fue introducido en la isla y se convirtió en una especie invasora. Foto: Vitor Bernabe Barbosa/Marina de Brasil
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Los plastiglomerados, análogos a las rocas sedimentarias, se registraron por primera vez en Hawái en 2014. Otro material identificado en la isla brasileña fue el plastitone, material similar a las rocas ígneas y con una composición predominantemente plástica. El elemento se encontró recubriendo rocas volcánicas existentes en la región, que registran el último episodio de vulcanismo activo en Brasil.

«Además, observamos piroplásticos, descritos por primera vez en las costas de Inglaterra», revela Fernanda

Los materiales presentados en el artículo fueron visualizados sobre el terreno en 2019 y tienen como máximo dos décadas de existencia. Las muestras recogidas fueron sometidas a análisis de laboratorio que permitieron reconocer diferentes formas de residuos plásticos. La autora explica que el fenómeno local-único se produce sobre dos tipos diferentes de sustratos – que establecen el vínculo entre el sustrato geológico y las formas plásticas.

Antropoceno: la era de las consecuencias provocadas por el hombre en el tiempo geológico

El principal aporte del artículo es el reconocimiento de que los seres humanos se están portando como agentes geológicos e influyendo en los depósitos sedimentarios. Considerando las intervenciones humanas, los autores advierten de que es necesario cuestionar qué es verdaderamente natural.

Para la investigadora y coautora Giovana Diório, estudiante de Maestría en Geología en la UFPR, el comportamiento actual de las personas en relación con la contaminación marina está provocando un cambio de paradigma en la Geología clásica, que tiene una perspectiva preantropocénica, es decir, que entiende los procesos antiguos de la historia de la Tierra a partir de una concepción basada en el período anterior a la interferencia significativa de los seres humanos en los procesos naturales.

«Los acontecimientos demuestran que el impacto humano, así como sus residuos, están tan presentes en el medio ambiente que han empezado a influir en procesos antes considerados esencialmente naturales, como la formación de rocas», reflexiona Giovana.

«A lo largo del tiempo geológico, los principales agentes transformadores de los registros de la Tierra fueron naturales. Por ejemplo, los procesos tectónicos y el cambio climático. Sin embargo, la acción humana en la actualidad es tan penetrante que está cambiando el planeta de forma más acelerada que los procesos naturales», afirma la autora principal del artículo, que ejemplifica: «cuando destruimos montañas para la exploración de minerales o llevamos a cabo la construcción de carreteras, en semanas o pocos años esa montaña puede quedar aplanada. En un contexto de erosión natural, este proceso llevaría miles o millones de años».

El proceso de formación de una roca a partir de la contaminación marina, por ejemplo, es rápido y depende de tres etapas, en las que el ser humano actúa como principal agente geológico: disponibilidad de desechos plásticos en el medio marino o costero; ordenación y deposición de los desechos en un lugar de la playa, que se produce cuando la gente recoge los desechos para deshacerse de ellos o hacer una hoguera; y aumento de la temperatura del medio a través del fuego, que derrite el plástico, interactúa con los sedimentos de la playa formando cemento plástico y, en consecuencia, estas rocas.

Para el geólogo Carlos Conforti Ferreira Guedes, profesor del departamento de Geología de la UFPR y colaborador en el artículo publicado, es necesario preservar de manera estratigráfica el impacto humano en la Tierra. El análisis sedimentario y estratigráfico es el estudio y descripción de sedimentos y rocas sedimentarias para interpretar cómo se formaron.

Explica que, al aparecer indiscriminadamente en la naturaleza materiales no naturales, como la basura y los plásticos, empezaron a participar en los procesos sedimentarios y a acumularse junto a las rocas clásicas, conservándose en lo que se denomina el registro geológico. «Cuando los futuros geólogos analicen las rocas de este periodo, podrán reconocer el impacto humano en la Tierra identificando estos materiales no naturales junto a los materiales naturales», reflexiona.

Aunque aún no sea posible definir los impactos de estas rocas de composición plástica en el medio ambiente y cómo se comportarán en el registro geológico, Fernanda sugiere que las Geociencias empiecen a considerar la acción humana, así como los materiales antropogénicos, como atributos fundamentales en los procesos recientes.

«Actualmente, los conceptos clásicos de la Geología consideran solo los factores naturales como preponderantes para definir términos, como la definición de roca. En la perspectiva del Antropoceno, es necesario actualizar estos criterios e integrar la acción humana como aspecto fundamental. De esta forma, podremos entender cómo estamos impactando en el actual sistema terrestre y buscar soluciones para atenuar y construir un futuro geológico en armonía con los sistemas naturales», advierte la científica.

El impacto humano en el planeta Tierra es el campo de estudio de los investigadores del Antropoceno, una perspectiva que representa el momento en que la humanidad se está convirtiendo en el agente geológico activo de los procesos geológicos actuales.

El tiempo geológico sustenta importantes teorías fundamentales de la ciencia moderna, como la Teoría de la Evolución, y representa el reconocimiento de una escala cronológica que subdivide los 4.500 millones de años de historia de la Tierra y es crucial para comprender la evolución del planeta, desde sus inicios hasta cómo lo conocemos hoy.

Por Jéssica Tokarski | Edicción: Rodrigo Choinski
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