Estudio registra y evalúa patrones cardíacos del Aguará Guazú en busca de la preservación de la especie
Hembra del aguará guazú capturada por una cámara trampa en el Instituto de Conservación SCBI, ubicado en el estado de Virginia, en Estados Unidos, donde se estudiaron los animales. Imagen: Archivo SCBI.
Traducción de Gabriel Onesko publicada en julio de 2023 | Texto original en portugués

Con su imponente tamaño, el aguará guazú (Chrysocyon brachyurus) – el cánido más grande de Sudamérica – no demuestra su timidez ni el hecho de ser prácticamente inofensivo. El animal, típico del Cerrado (amplia ecorregión de Brasil, también denominada sabana tropical), es considerado esencial para el ecosistema por la dispersión de semillas de plantas nativas que hace a través de sus heces y por la caza de pequeños roedores, contribuyendo a la conservación del bioma.

Como solo el 3% del hábitat natural disponible para la especie en Brasil se encuentra dentro de áreas protegidas, los animales terminan viviendo en zonas donde son comunes los encuentros con humanos, vehículos y maquinaria agrícola. Para integrar las respuestas comportamentales y fisiológicas y avanzar en el estudio del bienestar del aguará guazú, el proyecto de investigación The Rhythm of Life (El Ritmo de la Vida), coordinado por Rosana Nogueira de Moraes, profesora del Programa de Posgrado en Fisiología de la Universidad Federal de Paraná (UFPR), monitorea la frecuencia cardíaca de la especie en el Smithsonian Conservation Biology (SCBI), mediante un dispositivo de solo 2,4 g implantado bajo la piel del animal, cerca de su corazón.

Los investigadores documentaron, de forma inédita, los parámetros cardíacos naturales de la especie e identificaron las relaciones causales entre los cambios en la frecuencia cardíaca y los factores ambientales específicos que desencadenan la activación del sistema nervioso autónomo. La profesora de la UFPR señala que las frecuencias cardíacas aumentaron en respuesta a personas, restricciones, ruidos fuertes e interacciones sociales con otros lobos.

“Nuestro principal objetivo es convertirnos en expertos en el uso de esta tecnología, para poder aplicarla en la conservación del aguará guazú y otras especies en peligro de extinción en la naturaleza”, destaca Rosana.

Monitor cardíaco y aplicador utilizados en el estudio, el dispositivo implantado en el aguará guazú registra la frecuencia cardíaca cada dos minutos. Imagen: archivo SCBI.

La implantación del dispositivo en el aguará guazú creado en cautiverio se considera segura y con un impacto mínimo en la salud del animal. El nuevo enfoque metodológico utilizado proporcionó las primeras métricas de frecuencias cardíacas naturales para la especie. Los datos recogidos, publicados recientemente en el artículo Inside out: heart rate monitoring to advance the welfare and conservation of maned wolves, revelaron una amplia variación natural para la especie, con diferencias de hasta 300 latidos entre la frecuencia cardíaca mínima y la máxima para un mismo individuo.

Por otro lado, el estudio también señaló momentos de baja frecuencia cardíaca durante ocasiones estresantes, lo que puede ser la primera documentación de “bradicardia del miedo” para la especie.

“Fisiológicamente, cuando a los animales se les impide escapar en el momento en que sienten miedo (por ejemplo, por restricción), la activación puede venir seguida de ‘congelación’», describe el artículo. Machos y hembras registraron una respuesta bradicárdica durante el transporte de corta distancia, identificado como muy estresante para la vida silvestre.

Según la investigación, se registraron valores en torno a 30 lpm (latidos por minuto) durante el sueño o descanso, mientras que los valores elevados se relacionan principalmente con eventos de estrés físico o psicológico, como el ruido de las cortadoras de césped y una obra de construcción cercana, por ejemplo.

Lobos-guará brincam na reserva do SCBI enquanto são monitorados, durante a atividade a frequência cardíaca subiu para 143 batimentos por minuto

Al integrar los datos, la investigación también reveló que las respuestas internas y externas de los animales no siempre coinciden. Esto se evidencia cuando los individuos percibidos como tranquilos demuestran una fuerte activación en respuesta a una amenaza percibida, lo que sugiere que las fuentes de estrés pueden subestimarse y comprometer la salud del aguará guazú y de la mayoría de las demás especies de vida silvestre.

Se identificó una fuente adicional de estrés para uno de los animales debido a la cohabitación forzada dentro del grupo familiar, a pesar de los esfuerzos por proporcionar las condiciones ideales para la estructura social natural en un entorno confinado. «En el caso del aguará guazú, el sistema social es disperso y los animales son mayoritariamente solitarios, aunque los padres comparten la responsabilidad en el cuidado de las crías», explican los investigadores.

El monitoreo de los lobos se realizó en un centro de conservación de Estados Unidos

Monitor cardíaco y aplicador utilizados en el estudio, el dispositivo implantado en el aguará guazú registra la frecuencia cardíaca cada dos minutos. Imagen: archivo SCBI.

Se han monitoreado seis animales desde 2018. En noviembre de 2020, el grupo se amplió para permitir la comparación del efecto del sexo y de la edad en los parámetros cardíacos.

Los lobos estudiados hasta ahora están alojados en el SCBI, la institución estadounidense con el mayor número de lobos que participa del Plan de Supervivencia de Especies (Species Survival Plan). «Entre los objetivos del plan está el de mantener una población genéticamente viable de aguará guazú para una futura reintroducción, si se hace necesario. Por lo tanto, esta población debe estar sana y tener éxito reproductivo, lo que hace que el monitoreo del bienestar de estos animales sea parte integrante de las actividades de las instituciones involucradas”, comenta Rosana.

Actualmente, hay 11 aguará guazú implantados con monitores cardíacos en el SCBI y se espera que los dispositivos sigan funcionando y recogiendo datos durante al menos dos años.

Pese al éxito de la técnica de monitoreo, el estudio publicado concluyó que, para su uso rutinario y en individuos de vida libre, sigue siendo necesario desarrollar nuevas tecnologías que permitan la descarga de datos remota de modo a evitar la captura y contención repetidas.

El estudio debe ampliarse con monitoreo en Brasil

En la década de 1990, la profesora tuvo acceso a técnicas de monitoreo endocrino no invasivas, como la cuantificación de hormonas en muestras de heces u orina, durante visitas técnicas al SCBI, en aquel momento llamado Conservation and Research Center. Desde entonces, la metodología pasó a aplicarse en investigaciones realizadas por la UFPR, relacionadas con el estrés en animales silvestres, incluyendo estudios sobre fisiología reproductiva y estrés en el aguará guazú, en colaboración con el SCBI, el Instituto Pró-Carnívoros y el CENAP-ICMBio (Centro Nacional de Pesquisa e Conservação de Carnívoros – Instituto Chico Mendes de Conservação da Biodiversidade).

Después de la etapa inicial en Estados Unidos, el proyecto The Rhythm of Life (El Ritmo de la Vida) – que cuenta con el apoyo del Medtronic Inc y del Instituto Smithsonian – también comenzó a desarrollarse en Brasil, integrando una asociación entre el SCBI, la UFPR y otras instituciones. Como el monitor cardíaco guarda la frecuencia cardíaca media cada 2 minutos, existe una inmensa cantidad de datos (aproximadamente 4,5 millones de valores de frecuencia cardíaca, además de miles de registros de electrocardiogramas), lo que permite la participación de estudiantes y colaboradores en el estudio, incluso a distancia, procesando y analizando activamente los datos generados en el SCBI.

Además de los proyectos de maestría y doctorado del Programa de Posgrado en Fisiología de la UFPR, la investigación también involucra a los participantes de la iniciación científica y los estudiantes de maestría de la institución educativa en Estados Unidos.

Familia de aguará guazú captada por una cámara trampa en el Instituto de Conservación SCBI, ubicado en el estado de Virginia, en Estados Unidos, donde se estudiaron los animales. Foto: Archivo SCBI

El siguiente paso, actualmente en fase de planificación, es colocar el implante en algunos lobos que están bajo cuidado humano en Brasil. «En primer lugar, para comparar con los datos de los animales mantenidos en Estados Unidos, en un clima muy diferente al del Cerrado brasileño. Y, luego, para que el equipo de brasileños que participará en el proyecto con animales en libertad tenga la oportunidad de realizar los procedimientos en condiciones más controladas, antes de implantar el monitor cardíaco en el aguará guazú en el campo (en colaboración con el CENAP-ICMBio y otras instituciones brasileñas)», explica la investigadora. Se espera que en Brasil también se incluyan en los estudios otras especies, como un grupo de yaguaretés (Panthera onca) mantenido bajo cuidado humano.

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