Traducción de Matheus Camargo publicada em julio de 2023 | Texto original en portugués
“Vampiras”, “mortales» y, por fin, «hormigas del infierno» son apodos que ya se utilizan para describir a un grupo de hormigas que vivió en el Cretácico, periodo prehistórico ocurrido cerca de 100 millones de años atrás, lo que las convierte en contemporáneas de los dinosaurios. Este terror se originó por el hecho de que el insecto (aunque pequeño) tenía mandíbulas grandes con relación al cuerpo y con las puntas volcadas hacia arriba. Algunas especies incluso portaban un tipo de cuerno en la cabeza. Todos esos son factores que hacen que las hormigas parezcan agresivas incluso para quienes las observan como fósiles conservados hace mucho tiempo. Sin embargo, dos profesores del Departamento de Zoología de la Universidad Federal de Paraná (UFPR) que estudiaron tres especies de hell ants, creen que esta extinta subfamilia de hormigas puede ser más diversa y especializada de lo que se sabe.
Para ellos, lo más probable es que las grandes mandíbulas de las especies de la subfamilia Haidomyrmecinae (el grupo de las hell ants) no eran tan fuertes como parecen, lo que sugiere que se utilizaban para transportar la savia de los árboles, como si fuera una gran pinza. Por lo tanto, esta parte de la cabeza del insecto serviría más como un aparato hidráulico que como una terrible arma para empalar presas. La consideración se encuentra en el artículo «New haidomyrmecine ants (Hymenoptera: Formicidae) from mid-Cretaceous amber of northern Myanmar«, publicado en la última edición de la revista “Cretaceous Research”, de Elsevier.
«Las mandíbulas de estas hormigas son muy inusuales, no existe nada parecido en la actualidad. Eso dio lugar a muchas especulaciones sobre cómo cazaban, qué movimientos hacían. De ahí vino la reputación de ‘infernales’, pero la descripción de estas especies demuestra que no todas eran así”, explica John Lattke, del Departamento de Zoología de la UFPR, uno de los autores del artículo y especialista en hormigas (o mirmecólogo).
GALERÍA | La hormiga del infierno conservada en ámbar
El cuerno de estas especies tampoco parece capaz de servir como arma. «Estructuralmente el cuerno era demasiado débil y desafilado para funcionar como una lanza capaz de golpear a la presa, como muchos proponen», señala Lattke. Otro motivo para dudar de su uso como lanza es el movimiento que tendría que hacer la hormiga, verticalmente (hacia arriba y hacia abajo), lo cual es raro para este tipo de insecto e incoherente con la estructura de la cabeza de las especies estudiadas.
Para los autores, los hallazgos demuestran que es incorrecto asociar morfologías primitivas a las formas de vida que existían antes de la extinción en masa ocurrida hace aproximadamente 65 millones de años. «Quizás haya una tendencia a pensar que todos los animales que coexistieron con las ‘hell ants’ eran grandes depredadores, como muchos dinosaurios, y a ignorar la biodiversidad de la época, que ya era bastante notable», evalúa el profesor Gabriel Melo, quien también es autor del artículo.
Una forma de vivir en torno a la savia
La metodología utilizada para llegar a estas conclusiones fue la comparación morfológica entre estas hormigas extintas y las actuales. A partir de la descripción de las características de ejemplares de hell ants conservados en ámbar, desde Myanmar, en el sudeste asiático, y de lo que decían sobre los hábitos de estos insectos, los científicos analizaron los hábitos de las hormigas actuales comparándolas con las del Cretácico. Hace 100 millones de años, por ejemplo, ya existían plantas angiospermas (fructíferas) e insectos chupadores de savia dulce. Estos insectos, entre los que se encuentran las cochinillas, son hoy una de las principales fuentes de alimentación de las hormigas depredadoras.
Los investigadores concluyeron que, aunque haya indicios de que estas hormigas eran depredadoras (evidenciado por los restos de presas en sus bocas, por ejemplo), no todas las especies de Haidomyrmecinae usaban sus grandes mandíbulas para inmovilizar presas, empalándolas como lo haría un escorpión. Lo más plausible es que estas tres especies estudiadas, por ejemplo, cazaran insectos buscando hemolinfa como alimento, y las mandíbulas funcionarían como facilitadoras de la caza, actuando como herramientas para transportar secreciones dulces o exudados de plantas o insectos chupadores de savia.
Estas hormigas también tienen algo que no se encuentra en las hormigas modernas, que son las espículas, pequeños pares de vellos rígidos sobre la boca, los cuales serían capaces de perforar el exoesqueleto más blando de una presa, mientras las mandíbulas ayudarían a presionar de forma persistente hasta que la presa ‘sangrara’”, explica Lattke.
Después de alimentarse, utilizarían sus mandíbulas para llevar gotas de hemolinfa y otros exudados (líquidos orgánicos “colados”) al hormiguero. Todo indica que las tres especies analizadas eran sociales, ya que se han encontrado grupos de sus fósiles conservados en la misma pieza de ámbar, lo que también indica que trepaban a los árboles. Para un investigador del área, el fósil conservado en ámbar aporta informaciones importantes para la recreación de la morfología y los hábitos de las especies. “Estos fósiles son sensacionales porque son como momentos congelados en el tiempo. Es como ver una imagen de una hormiga extinta tal como era”, dice Lattke.
El contrapunto es que el hecho de que estos fósiles sean los principales registros de las hell ants dificulta saber si vivieron en el continente sudamericano. Los árboles que producen las resinas que dan lugar al ámbar se encontraban en la región, pero aún no se han encontrado depósitos del Cretácico en Sudamérica. Hasta ahora, se sabe que estas hormigas han existido en lo que ahora es Asia, Europa y Canadá.
La colección ha posibilitado hallazgos
El estudio fue posible gracias a una colección de fósiles de insectos que crece en el Departamento de Zoología de la UFPR, bajo la curaduría de varios profesores, entre ellos Gabriel Melo. Especialista en abejas y avispas, Melo ha adquirido las piezas en tiendas especializadas que venden fósiles de estos insectos. Sin embargo, el investigador también se interesa por los hallazgos de otras familias de insectos, como es el caso de las tres especies de hell ants. Los fósiles utilizados en el estudio proceden de una región del noreste de Myanmar, ya conocida por ser proveedora de materiales arqueológicos para científicos y aficionados.
Para John Lattke, la investigación sobre fósiles de insectos suscita reflexiones relevantes sobre la biodiversidad y el mantenimiento de los ecosistemas. Al parecer, estas hormigas no sucumbieron por no poder adaptarse al entorno, sino quizás por un cambio en la vegetación con el creciente dominio de las angiospermas o incluso por un evento drástico, puede no haber sido una sentencia de muerte para la naturaleza como lo fue para las hell ants.
“Los fósiles permiten comprobar que, aunque desaparezcan grandes ecosistemas y grandes porciones de biodiversidad, todo será reemplazado por otros actores. Lo mismo vale para los humanos, somos una especie, unos actores, y también podemos desaparecer. Para la naturaleza somos un recurso que utilizarse, que lo diga el nuevo coronavirus. La naturaleza no necesita a los humanos, sino que nosotros necesitamos a la naturaleza”.